La unión hace la fuerza y gracias a todo nuestro equipo, tanto de viña como de bodega, logramos elaborar unos vinos tan diversos y de calidad.

Desde enero hasta finales de febrero podamos una a una nuestras 62000 cepas.

En marzo comienza la brotación y viene el trabajo más arduo: la esporga, dónde seleccionamos cepa por cepa los sarmientos que alimentarán nuestros preciados racimos.

Desde mayo hasta junio se trabaja de distintas formas para dirigir y diseñar el crecimiento de cada planta: deshojado, desnietado, poda en verde de racimos…para obtener máxima calidad en nuestra producción.

A finales de junio y principios de julio, llega en envero, que colorea toda la finca de Bodegas Bordoy.

A mitad de agosto comenzamos con la vendimia manual y primera selección de racimos de la uva blanca y terminamos la vendimia a finales de octubre con los racimos pasificados de nuestro vinos dulce tinto.

Todos los racimos, uno a uno, son seleccionados antes de empezar el proceso de elaboración.

Tras la selección, los racimos se despalillan y pasan a los depositos de acero inoxidable con control de temperatura.

Con mucho mimo, controlamos diariamente en nuestro laboratorio la evolución de la fermentación del mosto para que se lleve a cabo la “magia” de la transformación del mosto en vino.

Una vez los vinos tintos están terminados, los pasamos a la Nave de Crianza, donde descansaran en barricas de roble francés.

Cuando el proceso de elaboración ha terminado, nuestros vinos están listos para ser embotellados, etiquetados y por fin cumplir su objetivo: ser disfrutados!.